jueves, octubre 04, 2012

22/11/12. ARMARIO de FRIDA KAHLO. Casa Azul, México.

 
 
Las mujeres que vestían a la moda a finales de la década de 1930 usaban vestidos entallados y el cabello perfectamente peinado, pero no la pintora Frida Kahlo. Ella iba a las cenas y a los teatros de París o Nueva York con moños, faldas y blusas indígenas holgadas, bordadas con flores de colores brillantes y sus cejas pobladas, unidas a la mitad la frente, eran un contraste muy fuerte con las finísimas cejas depiladas de las otras mujeres de la época.
 
 
Frida Kahlo (1907-1954) construyó su identidad apoyada en una imagen visual potente a través de su vestuario además de su personalidad y su creatividad artística, llegando gracias a todo ello a brillar con luz propia en la historia de la pintura del Siglo XX.  Un repaso por su indumentaria es lo que se verá a partir del 22 de Noviembre en su Casa Azul de México, hoy convertida en el Museo Frida Kahlo.
 
 
 
La exposición se titula “Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo” y reúne rebozos, faldas, blusas, enredos, vestidos, mantos de tehuana, medias, enaguas, pantalones, camisas, joyas, zapatos… que permanecieron bajo llave 50 años a petición de su pareja, el reconocido artista plástico Diego Rivera. Las distintas piezas están confeccionadas en algodón, muselina, seda, terciopelo, con bordados, aplicaciones y encajes; y se dice que aún conservan el perfume de la artista y el humo de sus cigarrillos, así como manchas de pintura.
 
Boda de Frida y Diego. 1929.
 
Sus prendas preferidas: el huipil yalalteco (blusón) y el vestido de Tehuana, llamado así por las mujeres matriarcas indígenas de la región. Los responsables del Museo dicen que muchas de las blusas de Kahlo eran hechas a la medida. Se compraba las telas y las llevaba a costureras indígenas para que las confeccionaran. Algunas estaban hechas de terciopelo guinda, una tela que suele ser usada para vestidos de gala tradicionales en el istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca. La pintora combinaba sus ropas con aretes grandes de oro y el pelo recogido, adornado con flores. Sorprendentemente, cuando pasaba por momentos de angustia y depresión solía usar ropa de hombre.


 




Como curiosidad, la exposición exhibirá el corsé blanco que Kahlo incluyó en su autorretrato “La columna rota” y un arete que le regaló Pablo Picasso e incluyó en un autorretrato de 1940.
 
 
Se verá como tanto la discapacidad de la pintora como su identificación étnica cimentaron la decisión de usar todos esos diseños. Su ropa, creativa y colorida,  además de ser en sí una manera de esconder flaquezas físicas y emocionales, translucía su temperamento. Era un tipo de armadura: su aliada para disimular una vida de dolor físico y emocional. Sufrió la polio cuando era niña y quedó gravemente lesionada por un accidente de autobús a los 18 años, también tuvo varios abortos y soportó las múltiples aventuras de su esposo, el muralista Diego Rivera, incluso con su propia hermana. Sus largas faldas ocultaban su pierna derecha deformada, y los blusones cubrían los rígidos corsés que usaba para el dolor de espalda.
Habitación de Frida
 
Su vida de sufrimiento era el tema de sus pinturas.
 
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